Las rocas y su protagonismo en los anales de la humanidad


Por: Julio E. Stampone

Previo a introducirnos en la temática del epígrafe haré una breve disquisición sobre los términos roca y piedra, ambos de uso común y asiduamente considerados sinónimos,  particularmente en el lenguaje no formal de la geología. 



Roca versus piedra
La tradición, el uso y la costumbre nos lleva a utilizar la palabra roca para definir  materiales de origen natural consolidados e inconsolidados que se encuentran tanto en la superficie terrestre como en el interior de la esfera sólida del planeta (litósfera), es decir hasta unos 100 km de profundidad en promedio.
No obstante, desde el punto de vista etimológico, el vocablo roca no tiene un origen claro y se lo considera derivado de rocca expresión del latín vulgar tardío y medieval que aparece alrededor del siglo VII.

Por otro lado, la palabra piedra, utilizada corrientemente como sinónimo de roca, proviene del latín petra y esta del griego petros. También sabemos que el nombre propio Pedro tiene un origen bíblico y fue el nombre que Jesús, al momento de conocerlo, dio al pescador Simón bar jona; expresándolo de esta manera…”Y yo también te digo, que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades (reino de la muerte) no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:15-18 Nueva Versión Internacional, NVI).
Puedo agregar que  Pedro es la traducción del nombre arameo Kephá (Cefas en español) aplicado tanto a “piedra” como “roca”; aunque etimológicamente al nombre Pedro se le atribuye apropiadamente el significado de roca, ya que en esa misma lengua existe la palabra evna para piedra; asimismo para una piedra suelta o pequeña el griego antiguo tiene la palabra lithos.

Ahora bien, desde el punto de vista geológico tenemos una definición técnica muy precisa para roca, y es la siguiente: Con el término roca denominamos a la asociación de una o varias especies minerales, en este último caso, contenidas en proporciones definidas, que se presentan en cuerpos independientes. Pero no ocurre lo mismo con la palabra piedra la que no está definida en el lenguaje de la geología. No obstante ello, el término piedra está muy difundido y es usado comúnmente tanto para identificar a algunas rocas como también a minerales, generalmente usada en vocablos compuestos, tales como: piedra de afilar (arenisca), piedra púrpura (riolita), piedra caliza (caliza), piedras preciosas (gemas) y piedra imán (magnetita) entre otras muchas. Estas expresiones que desde antaño se utilizan y se encuentran tan arraigadas en la nomenclatura geológica informal y popular, también definen materiales, por lo que limitar o vedar su uso no tiene sentido práctico. A modo de corolario se puede afirmar que los términos roca y piedra no son sinónimos.

¿Cómo clasificamos las rocas?
Ya hemos definido el término roca como una asociación mineral, sin haber especificado que es un mineral. Pero aún estamos a tiempo, en primer lugar, aunque resulte obvio debo decir que roca y mineral son dos cosas diferentes, las rocas están constituidas por minerales a los que definimos como: Substancias inorgánicas de origen natural que constituyen la litósfera sólida de la Tierra; y poseen propiedades físicas constantes, composición química definida y estructura atómica ordenada.

Hecha la aclaración nos introducimos en este tema tan complejo y que apasiona a tantos científicos que se esmeran por ordenar grupos de iguales cuyas características son similares. Ya a partir del siglo XVIII los naturalistas sabían de la existencia de una gran variedad de rocas y buscaron maneras adecuadas de clasificarlas, la más aceptada y difundida, y que en la actualidad persiste es la que adopta como característica identificadora fundamental el origen de las rocas.  

Las rocas se forman como resultado de complejos sistemas físico-químicos naturales, desarrollados como consecuencia de procesos que tienen lugar en la parte interior y exterior de la litósfera. Estos  procesos que las originan nos permiten dividirlas en dos grandes grupos:

Endógenas: Derivadas de procesos que tienen lugar en el interior de la litósfera. Incluyen rocas ígneas  (procesos ígneos) y rocas metamórficas (procesos metamórficos).

Exógenas: Derivadas de procesos generados por agentes de la geodinámica externa (intervención de factores climáticos). Incluyen las rocas sedimentarias (procesos sedimentarios).

De ésta manera es que se ha establecido la siguiente clasificación triple clásica de las rocas:
   
    ROCAS ÍGNEAS     ROCAS METAMÓRFICAS     ROCAS SEDIMENTARIAS


Además de los tres procesos mencionados, existe un cuarto conocido como “metasomático” que resulta del intercambio de iones entre minerales de rocas sólidas y fases fluidas circulantes como gases y soluciones acuosas, dentro de un amplio margen de profundidades
, temperaturas y presiones. Por este motivo el metasomatismo puede actuar en cualquier dominio, y las rocas que originan no tienen una ubicación sistemática definida motivo por lo cual se incluyen en los procesos ígneos, metamórficos y sedimentarios.


Migmatita: roca de mezcla metasomática de alto grado de metamorfismo regional, a veces asociadas a metamorfismo de contacto. Las migmatitas pasan generalmente a través de un estado plástico, con el desarrollo de pliegues de flujo (plegamiento ptigmático, del gr. ptigma = plegado). Sierra de Comechingones, Pcia. de Córdoba, Argentina. Foto Julio Stampone.



EL CICLO DE TRANSFORMACIÓN DE LAS ROCAS
"las rocas no son productos finales ni definitivos, sino que representan resultados transitorios y parciales de procesos geológicos que actúan y actuaron durante la evolución de la Tierra". De esta manera, concebimos a las rocas como parte de las muchas transformaciones ocurridas en el planeta, que podemos representar en el siguiente modelo teórico del ciclo de transformación de las rocas.

Para explicar el modelo de la figura precedente, arbitrariamente podemos iniciar el ciclo partiendo de la erosión de las rocas que conforman un macizo montañoso. Los productos resultantes son transportados desde las zonas altas a las más bajas donde se depositan y consolidan, ya sea en ambiente continental u oceánico, dando lugar a la formación de rocas sedimentarias
Las sedimentitas formadas en el fondo marino, próximo al continente, son arrastradas junto con la placa oceánica descendente, y penetran en el interior de la litósfera terrestre donde por la acción conjunta de la presión y la temperatura son transformadas en rocas metamórficas.
 
A medida que aumenta la profundidad de subducción se incrementa el gradiente geotérmico, provocando la fusión de los materiales (magma) que se ve favorecida por la presencia de agua que actúa como fundente. El magma resultante, más tarde, puede enfriarse lentamente cristalizando en profundidad, y formar así las rocas ígneas plutónicas; o, debido a su menor densidad respecto de la roca circundante, ascender hasta alcanzar la superficie en forma de lava, donde solidifica en corto tiempo, originando las rocas volcánicas, o también aparecer como productos de proyección volcánica, formando los materiales piroclásticos -de piro, fuego y klasto, roto, quebrado-.
A medida que el orógeno asciende, los materiales formados en las zonas profundas son elevados y expuestos a la acción erosiva  que paulatinamente reduce la masa montañosa. Y, de esta manera, los nuevos sedimentos así generados, se reincorporan al ciclo de transformación de las rocas.
Cabe considerar que los cambios producidos sólo son apreciables en la escala del tiempo geológico. A los fines comparativos, téngase en cuenta que, en general, las velocidades de erosión varían entre  1 a 5 cm  cada1000 años; las de subsidencia y depositación están en el orden de los 5 cm cada 1000 años, mientras que las de levantamiento, en zonas móviles oscilan entre 3 a 10 m cada 1000 años y en zonas estables varían entre 0,1 a 3,7 m cada 1000 años.
Antigüedad de las rocas en el planeta
Desde sus inicios hace unos 4600 millones de años el planeta se vio afectado por numerosas trasformaciones que en él ocurrieron, como formación y cierre de océanos, formación y erosión de cordones montañosos, inicio y evolución de la vida, creación y desaparición de continentes y transformación de las rocas, entre otras.
Con tantos cambios ocurridos resulta poco probable o casi imposible encontrar vestigios de las rocas primigenias, no obstante algunos hallazgos nos aproximan a la fecha de origen.
Datos del año 2008 indican que en el “cinturón de rocas verdes de Nuvvuagittuq” ubicado a 74 km al sudeste de Quebec, Canadá, compuesto por una secuencia de rocas volcánicas y metamórficas, asociadas con sedimentarias, se las considera las más antiguas de planeta. Los últimos estudios atribuyen a estas rocas edades de 4.388 y 3.750 millones de años, la controversia aún no está resuelta.
Hasta el momento sólo en tres lugares del mundo se han encontrado rocas de más de 4.000 m.a.; dos en Canadá y uno en Australia.

Continuando, entraremos un poco en detalle en cada proceso y las rocas que originan.
Los procesos ígneos son los que provocan la cristalización de los minerales y "solidificación" de vidrio a partir de una mezcla fundida a alta temperatura -magma- y dan lugar a la formación de las rocas conocidas como ígneas, magmáticas o eruptivas. El término ígneo tiene su raíz latina en igneus que significa fuego; magmático proviene del vocablo griego  magma, traducido como pasta y eruptivo viene del latín eruptum y se interpreta como afuera, romper. En las rocas ígneas los minerales son estables y mantienen condiciones de equilibrio químico a temperaturas de cristalización que oscilan aproximadamente entre los 700 ºC y los 1100 ºC, con presiones que varían de 1 a 10.000 atmósferas y en un medio de silicatos fundidos.

Las rocas ígneas se clasifican en dos tipos básicos, las que se forman en el interior de la litósfera, cuyo enfriamiento es lento y como consecuencia de ello los cristales de los minerales que la forman tienen tiempo de crecer adoptando formas geométricas a veces bien desarrolladas y otras no, según las circunstancias de cristalización, y tamaños por lo general lo suficientemente grandes (mayores a 1 mm) como para ser observados a simple vista (faneríticos, del gr. fanero=visible), a estas rocas las llamamos “plutónicas”, término proveniente de Plutón dios romano de los infiernos, supuestos en el interior de la Tierra. A la roca conocida como “granito” podemos considerarla la representante más común de esta clase.

  

Afloramiento de rocas ígneas: Izquierda parte superior rocas volcánicas (basalto). Parte inferior y derecha, plutónicas (granitos). Valle del Río Chubut, Pcia. de Río Negro, Argentina.
Foto Julio Stampone.


El segundo tipo corresponde a las rocas que cristalizan en el exterior, es decir los magmas que hacen erupción en la superficie a través de aparatos volcánicos o fisuras, y al perder sus gases se convierten en lavas que se enfrían muchísimo más rápido que en el interior, esto hace que los cristales no tengan tiempo de crecer y sus tamaños resulten pequeños (menos de 1mm) y no se puedan observar a simple vista (afaníticos, del gr. aphanes=oculto, invisible), a estas rocas las llamamos “volcánicas”, en honor a Vulcano dios romano del fuego, que tenía sus fraguas debajo del volcán Etna. El basalto es la roca más representativa del grupo.


Afloramiento de rocas ígneas: Terrazas elaboradas en basaltos. Río Chico Norte, Pcia. del Chubut, Argentina.
Foto Julio Stampone

Cabe agregar que algunos autores consideran un tercer tipo de rocas ígneas, las derivadas de magmas que cristalizan a escasa profundidad, denominadas rocas filonianas o hipabisales, unas presentan rasgos similares a plutónicas, otras a volcánicas y un número considerable tiene aspectos transicionales entre ambas, razón por la cual hay petrólogos que consideran innecesaria esta categoría.  


Los procesos metamórficos son los responsables de restaurar el equilibrio físicoquimico de una roca, adaptándola a las nuevas condiciones ambientales en las que se encuentra. Son procesos transformadores de otras rocas (tanto sedimentarias, como ígneas e incluso metamórficas también), que actúan bajo ciertas condiciones de presión y temperatura, provocando cambios mineralógicos y estructurales, esencialmente en estado sólido o semisólido, con la participación activa de gases y líquidos intergranulares. A las rocas de este origen las llamamos metamórficas (del gr. meta, cambio y morfhos, forma: transformada). De esta manera, la roca transformada alcanza el equilibrio físicoquimico interno, permaneciendo estable mientras las condiciones del nuevo medio no varíen.
Una característica distintiva de algunas rocas de esta clase, como los esquistos, es que presentan una estructura similar a láminas superpuestas denominada “esquistosa”, aspecto que facilita su identificación. Esta estructura es exclusiva de las rocas metamórficas.

Las rocas metamórficas se clasifican según el tipo de metamorfismo que las origina.

Compatibilizando la localización de las rocas en la litósfera y los factores que intervienen para que ocurran las transformaciones físicas y químicas, como temperatura y presión de carga o dirigida, tenemos los siguientes tipos principales de metamorfismo:



El metamorfismo regional se desarrolla en superficies extensas del orden de cientos a miles de kilómetros cuadrados. No presenta relaciones evidentes con cuerpos intrusivos y sus rocas afloran en núcleos de montañas de plegamiento, y en antiguos orógenos (cadenas montañosas) arrasados como los escudos continentales precámbricos. En algunos casos no tiene relación con la formación de montañas.
Bajo la denominación de metamorfismo termodinámico, de carácter regional, incluimos a aquél cuyos principales factores intervinientes son la "temperatura" y la "presión de carga". La temperatura puede llegar a alcanzar valores máximos del orden de los 700 ºC con mínimos de alrededor de los 300 ºC, mientras que el rango de la presión puede variar entre 3000 bars a 10.000 bars. En general, podemos decir que este tipo de metamorfismo tiene relación genética con la orogenia (formación de montañas). En cambio, el metamorfismo de soterramiento se diferencia del anterior por no guardar relación con fenómenos orogénicos, tampoco con intrusiones magmáticas y no presenta asociación con migmatitas. En este metamorfismo la presión de carga tiene fundamental protagonismo y las temperaturas por lo general son bajas, del orden de los 200 ºC a 400 ºC, pudiendo alcanzar máximos de 500 ºC.

Como ejemplos de rocas del metamorfismo regional podemos mencionar: esquistos, pizarras, filitas, mármoles (también hay de contacto).

El metamorfismo local está circunscripto a zonas restringidas de la corteza terrestre como los bordes de cuerpos plutónicos o franjas angostas de intensa deformación y dislocación.  En el primer caso tenemos el metamorfismo de contacto, denominado así por su asociación directa con intrusiones magmáticas, que son las que proveen el calor y los fluidos acuosos activos necesarios para las transformaciones metamórficas. El principal factor que actúa es la temperatura y sus valores oscilan entre los 300 ºC y 850 ºC o algo más, mientras que las presiones son bajas encontrándose entre los 2000 bars a 3000 bars.
En el segundo caso, por ser la presión dirigida o stress el factor de transformación preponderante, se lo denomina metamorfismo dinámico. Ocurre en zonas de grandes fallas y/o plegamientos, donde a lo largo de las superficies de contacto entre bloques que se desplazan, las rocas son trituradas; a veces con gran intensidad hasta ser prácticamente molidas y sin cambio químico apreciable. En estos procesos actúa el stress como presión dominante, mientras que las temperaturas pueden variar entre 100 ºC a 700 ºC y las presiones de carga oscilan entre 1000 a 3000 bars.

Algunos ejemplos de rocas de este tipo de metamorfismo son; hornfels, mármol (también es regional), pizarras y filitas moteadas, todas de contacto; mientras típicas del metamorfismo dinámico son las milonitas y filonitas.


Procesos sedimentarios. Son los que actúan en la parte superficial de la litósfera terrestre modificando las rocas preexistentes. Se producen por la acción conjunta de: a) la meteorización (destrucción y/o descomposición de las rocas), b) el transporte de los materiales destruidos (puede ser gravitacional, por corrientes fluviales y marinas, por el viento y por los glaciares), c) la depositación de los mismos, y finalmente, d) la diagénesis, que es el conjunto de cambios físicos y químicos que llevan a la consolidación y litificación de los materiales, dando lugar a la formación de nuevas rocas a las que denominamos sedimentarias" (del Lat. Sedimentum, asentamiento). Otros tipos de rocas sedimentarias se originan por acumulación de restos de organismos vegetales y animales, síntesis biológicas y precipitación de sustancias en solución.

Afloramiento de rocas sedimentarias. Diatomitas y arcillas estratificadas. Tecka, Provincia del Chubut, Argentina. Foto Julio Stampone

Las rocas sedimentarias tienen dos características fundamentales, por un lado son portadoras de fósiles, lo que nos permite conocer el origen y la evolución de la vida en el planeta, y por otro es común observarlas dispuestas en capas o estratos, este tipo de estructura, estratificación, se origina por cambios, periódicos o no, en la cantidad y/o naturaleza del material sedimentario que se acumula en el lugar (Bonorino, F.G. y M. Teruggi, 1961).  

Además son las rocas que más comúnmente observamos en la superficie del planeta y con las que estamos más identificados debido a su constante y cotidiana aplicación en las actividades que se desarrollan en la sociedad.

Ellas cubren superficialmente aproximadamente el 75% de las áreas emergidas de la Tierra, mientras que el dominio de las profundidades de la litósfera les corresponde a las ígneas y metamórficas.

Clasificación de las rocas sedimentarias
En la clasificación adoptada, el criterio dominante es genético-ambiental relacionado fundamentalmente con el mecanismo de depositación, qué, en definitiva, es el responsable de las características texturales y estructurales de la roca originada. De esta manera podemos distinguir dos tipos principales de rocas: clásticas (del gr. klasto=quebrado, roto) y no clásticas, subdivididos en tres grupos cada uno, los que se detallan seguidamente.

Esquema simplificado de clasificación de las rocas sedimentarias


Algunos ejemplos de rocas:



PROTAGONISMO DE LAS ROCAS EN LOS ANALES DE LA HUMANIDAD

Sin lugar a dudas las rocas han tenido una incidencia notable durante la evolución y desarrollo social del hombre, tan es así que para identificar los caracteres distintivos de los diferentes momentos evolutivos culturales del hombre se utilizaron los términos: Paleolítico (del gr. Piedra antigua) para definir el período más antiguo y propongado de la Edad de Piedra que aproximadamente se extiende entre los 2.5 m.a. y los 12.000 años a.C.;  Mesolítico (del gr. entre dos piedras), para el período transicional que comenzaría en las postrimerías del paleolítico y culminaría con la aparición de las economías productivas, las que tienen fechas muy variables según regiones y continentes.  Y finalmente el Neolítico (del gr. nueva piedra); este último período lítico de la prehistórica precede a la edad de los metales y se caracterizó por el desarrollo de la agricultura y la ganadería, aparición de la vida grupal en poblados, el uso de la piedra pulida y la construcción de grandes y magestuosas obras pétreas. Estimativamente lo podemos situar entre el 7.000 a.C. y el 2.000 a.C. variando según los lugares al igual que el paleolítico y el mesolítico.

La idea de dividir los tiempos prehistóricos en tres edades, de la Piedra, del Bronce y del Hierro fue sugerida por el poeta latino Tito Lucrecio Caro (aproximadamente 99 a.C.-55 a.C), quién a lo que hoy denominamos Edad de Piedra, él así definía: «Las armas primeras fueron las manos, las uñas y los dientes, las piedras y también las ramas arrancadas de los árboles, y las llamas y el fuego, desde que fueron conocidos» (Ayarzagueña Sanz, M).

Después de varios intentos clasificatorios, en el año 1865 se publica la obra Prehistoric Times del naturalista inglés John Lubbock (1834-1913), donde aparecen los términos derivados del griego Paleolítico y Neolítico para subdividir a la Edad de Piedra.
Tan sólo un año después de la publicación de Prehistoric Times, el arqueólogo irlandés Hodder Westropp en 1866 acuña el término Mesolítico. Más tarde a principios del siglo XX  se introdujo  un nuevo vocablo para definir este período: Epipaleolítico (por encima del Paleolítico), el que aún no fue aceptado en todo el mundo científico.

El uso de las rocas en la vida social del hombre
En la historia de la humanidad existen notables ejemplos del aprovechamiento de las rocas con distintas finalidades, como: erigir monumentos, viviendas, fabricar armas y pìnturas, usar la roca como lienzo y construir utensillos domésticos, artesanales y de labranza, entre otros. Seguidamente ejemplificaré algunos de estos aspectos. 

Turquía. ¡Los trogloditas que construyeron sus propias cavernas!
La región de Capadocia (en turco Kapadokya, tierra de los bellos caballos) ubicada en la parte asiática de Turquía (anteriormente conocida como Asia Menor), abarca partes de cuatro provincias de la histórica región de Anatolia Central; se caracteriza por su patrimonio histórico cultural y por los magnificentes aspectos geológicos y geomorfológicos de su entorno.
Esta región posee peculiares aspectos geomorfológicos originados por procesos de erosivos que por un lado elaboraron numerosos valles, disectando la zona mesetiforme en forma retrocedente, y por otro lado, como consecuencia de la erosión diferencial, proceso en el que las rocas suprayacentes más resistentes a la erosión coronan y protegen a las rocas subyacentes más blandas, se originaron curiosas y agradables geoformas similares a hongos.
Geológicamente el área está incluida en la Provincia Volcánica de Capadocia  y se caracteriza por un sustrato constituido por una gran variedad de rocas volcánicas originadas durante antiguas erupciones del Mioceno y el Plioceno. En pocos lugares aparecen lavas basálticas coronando la secuencia, siendo las rocas dominantes las ignimbritas (del Lat. Ignis=fuego; imber=lluvia) rocas piroclásticas de flujo; las que se encuentran intercaladas con tufitas (toba con contenido de materiales detríticos no volcánicos).

Vista general desde el aire donde se aprecian las características del relieve. Centro arriba  cono volcánico (uno de los responsables de las efusiones que cubrieron de materiales volcánicos  la zona); centro abajo de la foto  una población moderna lindante con las antiguas cuevas de los trogloditas.  Foto Julio Stampone.
Los lugares de mayor atractivo paisajístico se corresponden con afloramientos piroclásticos que por efecto de la erosión diferencial dieron lugar a la formación de columnas naturales de roca conocidas como “Torres o Chimeneas de las Hadas”. Estas geoformas se caracterizan por tener una parte superior denominada “cabeza” constituida por ignimbritas, que es un material resistente a la erosión, esta está sostenida por un “cuello” de tufita (en este caso material piroclástico con contenidos de sedimentos fluviales o lacustres), de menor resistencia que la cabeza y que el “cuerpo” que continúa hacia abajo, también constituido por ignimbritas friables.
Las aguas fluviales, la lluvia y el viento hicieron su trabajo esculpiendo las rocas. Para ello se tomaron su tiempo, miles y miles de años.

En la foto adyacente vemos las “Chimeneas de las Hadas” con sus partes bien diferenciadas, donde se han construido cavernas que habitaron los trogloditas. Foto Julio Stampone.


Es interesante destacar que los materiales constitutivos de esta formación geológica, particularmente la base y el cuello, son friables por lo que resultan poco resistentes  al desgaste por percusión; está cualidad de los materiales posibilitó a los antiguos pobladores horadar la roca y construir las cavernas donde habitaron. 

Los primeros en construir y habitar las viviendas subterráneas fueron los Hititas hace más de 4000 años, y las abandonaron después de 500 años, presumiblemente debido a que se sintieron amenazados por lo que ellos llamaron “los pueblos del mar”, desaparecieron sin dejar rastro.

A través del tiempo las cavernas fueron usadas por distintas civilizaciones, incluso por  los cristianos que huían de los romanos. Estas ciudades subterráneas albergaban a más de 20.000 personas, dicen que hasta 50.000. Se estima que entre los siglos VI y VII se excavaron más de 600 iglesias subterráneas.

En 1985 una zona protegida de 9.884 ha. de la región de Capadocia fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.


Finlandia: ¡Una iglesia excavada en el granito!
Se trata de la Iglesia de Temppeliaukio (en finés, Temppeliaukion Kirkko) se traduce como “Plaza del Templo”, también es conocida como “La iglesia de la roca”; pertenece al culto luterano y está en Helsinki, capital de Finlandia. 




Interior  de la Iglesia de Temppeliaukio. Foto Julio Stampone.

La iglesia fue diseñada por los arquitectos y hermanos Timo y Tuomo Suomalainen. La idea data de 1906 y las expectativas de concreción de la obra comenzaron a principios de 1930; pero los eventos de la “Guerra de Invierno” (invasión rusa a territorio finlandés de 1939-1940, poco más de tres meses) y la “segunda guerra mundial”  (1939-1945), obligaron a posponer el proyecto, el que finalmente se concretó en la década del 60, comenzando su construcción en febrero de 1968,  siendo inaugurada en septiembre 1969.
Debido a la excelente acústica, cualidad que le proporciona la pared rocosa natural irregular y su peculiar arquitectura, en esta iglesia se celebran numerosos conciertos.
El granito simboliza la permanencia y solidez de los valores cristianos.


El granito es una roca ígnea plutónica muy difundida en Finlandia, tan es así que como resultado de una votación postal llevada a cabo en 1989 por el Centro Científico Heureka fue elegida “Piedra nacional finlandesa”.  La variedad de granito que subyace a la ciudad y en la que fue excavada la iglesia se conoce como “rapakivi, que además de ser muy antigua, del proterozoico medio, se caracteriza por su textura, es decir, la manera como están dispuestos sus componentes minerales; en este caso los feldespatos potásicos se presentan subredondeados y están rodeados  por cristales más pequeños  de cuarzo, plagioclasa y otros.


Fachada Iglesia de Temppeliaukio. Finlandia. Foto Julio Stampone.


Chile, Isla de Pascua. Isla volcánica del Pacífico con una historia fantástica.

Definida como “la isla más isla del mundo”, por quienes la consideran la isla más vastamente rodeada de agua. Tiene una superficie de 163,6 km2, y está situada (coordenadas S 27° 7′ 10″; O 109° 21′ 17″) a 3700 km de la costa norte chilena continental a la altura de la población de “Caldera”. Sus 7750 habitantes (censo2017) están prácticamente concentrados en la capital de la isla “Hanga Roa” (bahía larga). La isla pertenece a la comuna de Isla de Pascua que junto a tres islotes próximos y a la isla deshabitada “Sala y Gomés” situada a 415 km al noreste, forma la  Provincia de Isla de Pascua. Administrativamente depende de la Región de Valparaiso.

La Isla de Pascua, tuvo distintas denominaciones en lengua polinesia antigua como: Te Pito o Te Henua (el ombligo de la tierra) y Mata Kiti te Rangui (ojos que hablan/miran al cielo) y modernamente se la conoce como Rapa Nui o Rapanui (Rapa Grande o Gran Rapa) vocablo que se hizo extensivo para denominar al pueblo aborigen que la habita, y a su idioma que forma parte del grupo de lenguas polinesias orientales que aún es hablado en la isla, además del español. 

Fue Jacob Roggeveen (1959-1729), navegante holandés, quién descubrió la isla el 5 de abril de 1722,  dado que ese día era domingo de Pascua de Resurrección, la bautizó “Paasch”, más tarde traducida al español como “Isla de Pascua”. En su bitácora del viaje Roggeveen escribe”con asombro hemos encontrado que han erigido imágenes de piedra de 10 metros de altura hechas con trozos de roca”. Más tarde se demostró que fueron esculpidas en piedra volcánica sólida.


Moáis Ahu Akivi, situados en el centro de la isla, representan según la tradición a los siete exploradores enviados por el rey Hotu Matu´a desde la mítica isla Hiva, situada posiblemente en las islas Marquesas en la Polinesia Francesa a unos 3650 km al noroeste de Pascua. Existen opiniones diversas en cuanto a la fecha de poblamiento de la isla por los polinesios, unos la sitúan en el siglo VI, otros en el XIII, estimándose como más probable en el siglo X.  De los aproximadamente 900 a 1000 moáis encontrados en la isla, éstos siete y uno más de cuatro manos son los únicos que miran hacia el mar. Foto Julio Stampone.

En la actualidad la isla fue declarada Parque Nacional Rapa Nui, y se caracteriza por sus bellezas naturales y espectaculares rasgos culturales de la ancestral etnia polinesia como son las grandes estatuas originalmente monolíticas conocidas como moáis (significado incierto, escultura?).
En 1995 el parque fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Geológicamente hablando la Isla de Pascua es de origen volcánico y está formada principalmente por tres volcanes unidos (Terevaca, Poike y Rano Kau) que le otorgan forma triangular, cada uno ocupa un vértice del triángulo casi rectángulo, cuyo lado más largo mide 24 km, los dos lados restantes tienen 16 km y 17 km respectivamente. Además existen otros cráteres y diversas geoformas volcánicas, estimándose que la edad de las erupciones no supera los 700.000 años, registrándose las más recientes hace unos 2.000 años atrás.
Las principales rocas formadas por las efusiones volcánicas son traquibasaltos (rocas intermedias entre traquitas y basaltos, variedad hawaiita) y basaltos; el vulcanismo explosivo no estuvo ausente dando lugar a la formación de tobas, utilizadas en la construcción de muchos moáis.


En la foto adyacente podemos apreciar el moái más grande de la isla, casi 22 metros, y que no fue concluido. Se encuentra en la ladera-cantera del volcán Rano Raracu. Estas estatuas se esculpían manualmente con herramientas construidas con rocas más resistentes (basaltos masivos y obsidiana) en la misma ladera, y cuando las obras estaban finalizadas eran levantadas y trasportadas hacia su destino final, las plataformas ceremoniales. Foto Julio Stampone.

Algunas estatuas estaban coronadas con un cilindro rocoso escoriáceo rojo (debido al contenido de hierro) denominado pukao, llegando a pesar hasta 10 toneladas. Se extraían de canteras situadas en el volcán  Puna Pau, próximo a Hanga Roa. Actualmente se cree que el pukao representa un tipo de peinado.
Hay 58 moáis con pukao y 31pukaos en canteras.


Pukao. Isla de Pascua, Chile. Foto Julio Stampone.













Más en Turquía, Pamukkale, espectacular afloramiento de “travertino”, cargado de historia.
Pamukkale (en turco “Castillos de Algodón”), es un área natural contenida en el ámbito de la antigua ciudad grecoromana Hierápolis (la ciudad sagrada). Está ubicada en el suroeste de Turquía, en la provincia de Denizli, a unos 560 km de Estambul.


En la foto se puede apreciar el deslumbrante color blanco de las terrazas de travertino formadas como consecuencia de la precipitación del carbonato de calcio (ión Ca 410 mg/l, 2013) contenido en las aguas termales que tienen una temperatura de unos 35ºC y  brotan en las laderas del afloramiento  formando estas piscinas naturales. Foto Julio Stampone.

Observando con mayor detalle el ancho muro construido en travertino vemos que presenta un aspecto poroso característico de esta roca sedimentaria; debido, por un lado  al escape de gas carbónico durante su formación, y por otro a que en ocasiones el carbonato de calcio contenido en las aguas  termales  precipita en áreas con vegetales que al desintegrarse dejan las oquedades.  Además, esta roca suele presentar estructura bandeada con bandas más o menos paralelas entre sí y a la superficie de depositación.

Muro del siglo VII d. C. Foto Julio Stampone.

A las aguas termales de Hierápolis desde siempre se le atribuyeron poderes curativos cuya fama se presume llegó a oídos de la reina del antiguo Egipto, Cleopatra VII (69 a.C. – 30 a.C.), de quién se dice viajaba periódicamente a esta ciudad para bañarse en esta piscina, razón por la cual también se la conoce como “piscina de Cleopatra”.
Por otro lado es interesante destacar que el registro geológico de la zona indica la existencia de rocas del plioceno (época de entre 1,75 m.a. y 5,3 m.a.) como mármoles y calizas, entre otras, y por encima depósitos de calizas y travertinos del cuaternario (1,75 m.a. atrás).
La circulación de las aguas termales a través de estos materiales carbonáticos  y  la presencia de gas carbónico de origen volcánico, resultan factores concurrentes en la formación del travertino. El principal componente mineral de esta roca como también del mármol y la caliza es la calcita (mineral de carbonato de calcio, de baja dureza, 3 en la escala de Mohs), motivo por el cual estás rocas son de fácil corte y labrado, lo que contribuyó a su uso en las magnificas construcciones greco-romanas.  
  
Vista del teatro de Hierápolis construido con travertino en el siglo II. Foto Julio Stampone.

Hierápolis cuyo significado en griego es “Ciudad Sagrada”, fue construida por Eumenes II, rey griego de Pérgamo en el año 190 a.C. y en el 133 a.C. pasó a formar parte del imperio romano
En esta antigua ciudad está unificada la historia griega y romana; en ella según la Leyenda Dorada o en latín Legenda Aurea y el apócrifo Hechos de Felipe, Felipe el Apóstol fue atado a una cruz y lapidado. Él fue el quinto apóstol en ser elegido por Jesús y quien le preguntó sobre la repartición de los panes: “¿Cómo vamos a darle de comer a tanta gente?

Esta ciudad por ser una muestra arqueológica greco-romana excepcional, por sus monumentos cristianos de los siglos IV d.C. a VI d.C. y por su belleza natural, fue incluida en la Lista del Patrimonio Universal de la UNESCO en 1988, con una zona de protección de 1077 ha.

Argentina, Provincia de Santa Cruz. La Cueva de las Manos, valle del alto Río Pinturas. 

Historia milenaria impresa en la roca.
Previo a introducirnos en la cultura aborigen responsable de las extraordinarias pinturas rupestres estampadas en las rocas del valle del alto Río Pinturas, haré una breve reseña sobre el conocimiento que tenemos de los primeros pobladores americanos.









Arte rupestre, la Cueva de las Manos. Foto Julio Stampone.


Los primeros pobladores de América
Existen diversas teorías que intentan explicar el poblamiento del continente americano basadas fundamentalmente en criterios culturales, antropológicos, geológicos, paleontológicos y arqueológicos, estimándose  en más de 15 mil años la antigüedad de los primeros asentamientos poblacionales, así lo atestiguan los estudios realizados por James Adovasio, en el sitio arqueológico Meadowcroft Rockshelter de Pennsylvania EEUU, donde las dataciones de C14 del material orgánico encontrado arrojaron una antigüedad de  16.000 años que puede extenderse a 19.600 años. Hay arqueólogos que cuestionan estas fechas.
Las siguientes cuatro teorías son las consideradas clásicas y más difundidas:
Teoría asiática: Esta referida al poblamiento tardío de América y plantea inicialmente sólo la migración utilizando barcazas, posteriormente se afirma que también se realizó caminando a través del "Puente de hielo de Beringia". Fue enunciada por Alex Hrdlicka y también es conocida como “Teoría monoracial”.

Teoría oceánica: Elaborada por Paul Rivet no se opone a la anterior pero plantea el concepto “multiracial”, postulando que el poblamiento también fue realizado por pueblos de Oceanía, llegando melanesios y polinesios a través del Océano Pacífico.

Teoría australiana: En esta teoría los migrantes eran pueblos procedentes de Australia y Tasmania que navegaron por el Pacífico Sur bordeando la costa antártica y arribando a América desde el sur, asentándose en Tierra del Fuego y la Patagonia.  Teoría del antropólogo portugués Antonio Augusto Esteves Mendes Correia

Teoría autóctona: Fue elaborada y planteada por Florentino Ameghino en 1879. El fundamentó su teoría del hombre americano en restos fósiles que consideró homínidos y que atribuyó al que denominó “homo pampeanus”. Posteriormente Alex Hrdlicka cuestionó y desacreditó la teoría autóctona planteando que los restos eran cuaternarios y no terciarios como pensaba Ameghino y que además pertenecían a monos y felinos mezclados con huesos humanos modernos.

La Cueva de las Manos, Santa Cruz, Argentina.
Esta magnífica expresión de arte rupestre se encuentra localizada en el valle del Alto Río Pinturas, en el noroeste de la Provincia de Santa Cruz en la República Argentina, distante unos 2265 km de la ciudad de Buenos Aires.

Vista parcial del Alto Río Pinturas. Las construcciones que se observan corresponden al “Centro de Interpretación Cuevas de las Manos” desde donde parten las visitas guiadas que recorren el borde de la pared del valle donde se pueden observar las manifestaciones rupestres impresas en la roca. Foto Julio Stampone.

El profundo valle del Río Pinturas fue labrado por el río homónimo siguiendo en gran parte la orientación de una falla tectónica, sus paredes alcanzan los 300 metros de altura  y dejan expuesto un gran manto de rocas volcánicas y piroclásticas (predominando las ignimbritas) ácidas del Grupo Bahía Laura atribuidas  al Jurásico medio (hace unos 150 millones de años atrás). Este gran manto lítico donde las rocas predominantes son las ignimbritas cubre más de 35.000 km2 de la región centro norte de Santa Cruz y también se lo conoce como Macizo del Deseado.  
    




Vista de la pared pintada del valle. Cueva de las Manos. Santa Cruz, Argentina. Foto Julio Stampone.



La cueva de las manos y otros sitios arqueológicos cercanos representan una expresión cultural muy antigua de los pueblos americanos.
Se considera que las manifestaciones artísticas más antiguas de la zona son de alrededor del año 10.500 a. C. (Los Toldos), mientras que las de la Cueva de las Manos se extienden desde el 7350 a.C. al 1300 A.P.
En año 1999 fue declarado por la Unesco Patrimonio Mundial de la Humanidad.

Las pinturas fueron realizadas por los indios tehuelches y sus antecesores, antiguos pueblos cazadores-recolectores quienes registraron en las rocas parte de su vida cotidiana y quizás sus creencias. Las manifestaciones predominantes son los negativos de las manos, aunque también hay positivos, la figura humana no está ausente, y entre las zoomorfas predominan los guanacos y choiques, y escenas de caza colectiva de estos animales. Los motivos geométricos abstractos están presentes y se desconoce su significado, aunque hay quienes le atribuyen relación con ignotas deidades.
 

Pinturas rupestres "Cueva de las Manos". 
Fotos Julio Stampone.

Las tonalidades utilizadas en las pinturas provenían de diversos pigmentos minerales que se presume obtenían de afloramientos rocosos cercanos y molían con herramientas líticas. Los colores dominantes en las representaciones son: el rojo (minerales hematita, maghemita), el ocre-amarillo (mineral natrojarosita), el negro (óxido de manganeso o carbón vegetal), el blanco (arcilla illitica) y con menor participación el verde (terra verde, compuesta por los minerales glauconita y celadonita). Los pigmentos eran mezclados con fluidos aglutinantes como sangre y grasa, y probablemente jugos vegetales para obtener la consistencia adecuada para su aplicación.
Estudios de difracción de rayos x detectaron la presencia de yeso con lo que se lograba una mayor adherencia del pigmento a la roca.

Afloramiento cercano al sitio arqueológico Cueva de las Manos, donde se observan sedimentos de diferentes colores.
Foto Julio Stampone.

Noruega, Oslo. El parque de Vigeland o Parque de las esculturas.
Este parque se encuentra dentro del Parque Frogner (Frognerpaken) que es mayor y más famoso  parque público de Oslo, capital de Noruega. Fue imaginado por el escultor noruego Gustav Vigeland (1869-1943), quién luego de una larga disputa con el Ayuntamiento de Oslo por la expropiación de su casa en Oslo para construir una biblioteca, en 1921  finalmente acuerda con dicho organismo donar a la ciudad todas sus obras futuras a cambio de habitar un edificio donde pudiera trabajar sin pagar renta.

De esta manera en lo que inicialmente fuera el jardín de su casa se engendró este fantástico parque diseñado y planificado por el escultor, que hoy ocupa unas 32 hectáreas y alberga unas 200 obras de Vigeland construidas en granito, bronce y hierro forjado.

Veinte años de arduo trabajo fueron los que el artista dedicó a la creación de esta exposición permanente al aire libre inspirada en hechos cotidianos que evocan importantes acontecimiento de la vida humana como el nacimiento, la infancia, la adolescencia, el primer amor, la madurez, los hijos, la familia, la vejez y la muerte.

En la foto adyacente,  al fondo se puede observar El Monolito bloque único de granítico de 17 metros de altura rodeado por esculturas en tamaño natural del mismo material.


Vista parcial del Parque Vigeland. Oslo, Noruega.
Foto Julio Stampone


El granito de una cantera cercana a Halden, ciudad situada a algo más de 100 km de Oslo, fue la roca elegida por Vigeland para sus esculturas, esta roca ígnea plutónica es muy representativa de Noruega y de toda la península escandinava que forma parte del conocido escudo báltico, zona estable y antigua de la litósfera, constituida por rocas cristalinas del precámbrico donde dominan los granitos y los gneis.


Afloramiento granítico proterozoico. Borde del rift de Oslo, Noruega.
Foto Julio Stampone.















Visite la galería fotográfica de este artículo en el siguiente enlace: Galería de rocas.
 

Referencias
Adovasio, James M. and Jack Page. 2003 The First Americans: In Pursuit of Archaeology's Greatest Mystery. Random House Publishing Group.
Ayarzaguena Sanz. M. 2000. Surgimiento y creación del concepto de mesolítico. Espacio, tiempo y forma. Serie I. Prehistoria y arqueología. Sociedad Española de Estudios de la Arqueología.
Bonorino, F.G. y M. Teruggi, 1961 Léxico sedimentológico.
Guido. D. 2004. Subdivisión litofacial e interpretación del volcanismo jurásico (Grupo Bahía Laura) en el este del Macizo del Deseado, provincia de Santa Cruz. Revista de la Asociación Geológica Argentina, 59 (4).727-742.
Pringle, H. 2012. Los primeros americanos. Investigación y ciencia, 18-35. Barcelona.
Rizzi Castro, M. 2013. Jacob Roggeveen (1659-1729). Jurista y Explorador Holandés del Siglo XVIII. Historia y Arqueología Marítima. 
Stampone, J. E. 2003. El planeta Tierra: una visión a partir del cosmos. Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Chubut, Argentina.
Tarbuck. E.2013. Ciencias de la Tierra, una introducción a la Geología Física. Editorial
Pearson Educación.
Torrademé, R. 2017. Las esculturas vitales de Gustav Vigeland. Cultius Culturais.
Turner, F. y J. Verhoogen. 1963. Petrología ígnea y metamórfica. Ediciones Omega. Barcelona.
Unesco. 2012. Cueva de las Manos, Santa Cruz, Argentina. Historia de las investigaciones en la Cueva de las Manos.
Varela. R. 2014. Manual de Geología. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. F.C.N e Instituto Miguel Lillo, U.N. de Tucumán.








Comentarios

  1. Excelente artículo. Un lenguaje claro que permite una lectura llevadera. Personalmente, muy interesante los usos sociales de las rocas y las fotos ilustrativas. Felicitaciones!

    ResponderBorrar
  2. Como siempre. Publicación digna de un MAESTRO.
    Da gusto leerla por lo didáctica y precisa. Este don ya lo había percibido en tu libro "Geología. Una visión a partir del cosmos"
    Puedo decir que me actualizó algunos conceptos, amplié mis conocimientos, me recordó lugares que conocí y su lectura me causó satisfacción.
    Además le muestra al lector, la importancia de las rocas ( a veces subestimadas) en la vida de los seres humanos.
    Te estoy agradecido.

    ResponderBorrar
  3. Excelente, me ha gustado mucho el artículo profesor. Me recuerda todo lo aprendido en la catedra y más. Increíble los Moais, los monolitos y la iglesia excavada en granito

    ResponderBorrar
  4. Muchas gracias es muy alentadora tu opinión

    ResponderBorrar
  5. Muy bueno Julio. Excelente envío. Gracias por compartir en forma accesible y "amigable"

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

El dique olvidado del VIRCH

De Anaximandro a Newton, 2300 años para confirmar la verdadera forma de la Tierra.